El fraude de paternidad, también conocido como fraude de identidad infantil,[1] paternidad mal atribuida[2] o discrepancia de paternidad,[3] es un tipo de fraude donde una mujer asegura que un hombre es el padre biológico de su hijo, sabiendo que no lo es. Es una forma de paternidad erróneamente atribuida porque el padre putativo de un niño no es su padre biológico. En el caso del fraude paternal la atribución errónea es deliberada y no accidental. [4] Se permite que una madre no diga el nombre del padre biológico si no lo conoce.[4]
El fraude de paternidad no es un delito en el Reino Unido[3] aunque dar una declaración falsa es un delito. Hasta 2008 nadie había sido procesado por el delito en cuanto a fraude de paternidad.[5]
Se han propuesto o actualizado nuevas leyes y reglas, ayudado por o reaccionando a los movimiento derechos de los padres, especialmente desde el inicio de las pruebas de ADN.[6][7] Activistas incluyen Tom Leykis,[8] Ned Holstein[9] y Glenn Sacks.[9][10]
Una investigación publicada en 2016 indicó que uno de cada 50 hombres británicos cría un hijo que cree suyo pero que en realidad es hijo biológico de otro hombre.[11]
Una revisión científica de 2005 de estudios publicados internacionalmente sobre discrepancia paterna encontró un rango de incidencia, en todo el mundo, del 0,8% al 30% (mediana 3,7%).[12] Sin embargo, como muchos de los estudios se realizaron entre las décadas de 1950 y 1980, las cifras pueden no ser confiables debido a las imprecisiones de los métodos y procedimientos de pruebas genéticas utilizados en ese momento. Los estudios que datan de 1991 a 1999 citan las siguientes tasas de incidencia: 11,8% (México), 4,0% (Canadá), 2,8% (Francia), 1,4% y 1,6% (Reino Unido) y 0,8% (Suiza). Estas cifras sugieren que la cifra ampliamente citada y sin fundamento del 10% de eventos no paternos es una sobreestimación.
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